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Bienvenidos a Dark Business

Bienvenidos a Dark Business, un blog donde podréis encontrar fanfics variados de autores diferentes.

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Pausa general

Llevo bastante tiempo pensando, negando lo evidente, pero creo que es una gran estupidez seguir negándolo. Abrí este blog con el fin de pasar el rato, de postear mis fanfics, y después para darle una oportunidad de publicar a otros autores. Pero llevo ya mucho tiempo dejando todo esto de lado, y la mayor parte de los demás autores (por no decir todos) pasan absolutamente de este blog. Así que no me queda más remedio que hacer lo siguiente:

Este blog queda parado. No se volverá a publicar absolutamente nada (al menos mío) en una temporada.

Disculpad las molestias.

Kyara.

P.D: quizás acabe dejando este blog solo para mis publicaciones y para nadie más.

lunes, 30 de enero de 2012

Dulce Navidad, Antonio - Capítulo 01

Capítulo 1. 20 de diciembre.

Ya caía noche del 20 dediciembre. Era tan fría que parecía que nevaría pronto, pero eso no impedía quedos naciones mediterráneas caminaran juntas hacia su casa, discutiendo, comosiempre.
-¡Es que eres estúpido, España!No te das cuenta de cuándo se burlan de ti.
-Ah, Lovi, Lovi, no me preocupoporque te tengo a ti para defenderme –sonrió abrazándolo por detrás.
-¡Suéltame! No me trates como alos demás… ¡yo no soy igual, Casanova! ¡Tendrías que tratarme de forma distintaa…!
Antonio lo miró sin saber quédecir, pero no deshizo su sonrisa.
-Arg, quita esa mirada deestúpido, y te he dicho que me sueltes –exclamó apartando su brazo.
Antonio suspiró y metió sus manosenguantadas en los bolsillos, intentando protegerlas del frío. Lovino intentóhacer lo mismo, sin darse cuenta de que había cogido un abrigo sin bolsillos.Chasqueó la lengua, fastidiado. En ese momento, vio un par de guantes ante él.Miró a España, quien le estaba ofreciendo los suyos con una sonrisa.
-No los necesito –dijoorgullosamente.
-Es tu regalo de Navidad–respondió Antonio, sin alterar su expresión.
-Todavía no es Navidad –gruñó él,mirándolo de reojo.
-Es por adelantado. ¿No tegustan?
El italiano resopló y se losarrebató de las manos, antes de ponérselos.
-Me vienen grandes… -murmuró.
España rió en voz baja y lo mirócon cariño, tan intensamente que Lovino tuvo que desviar la mirada, totalmenterojo.
-Tus mejillas están rojas, Lovi.¿Tienes frío?
-¡Estoy bien!
-De acuerdo, de acuerdo~
-Quiero tomates para la cena deNochebuena.
-Por supuesto, transplanté lastomateras dentro de la casa cuando empezó a hacer frío. No quería que sehelaran.
-Bien.
-Ah… la pobre agricultura de mipaís… está algo decaída.
-¿Algo decaída? ¡Pero si lospobres hombres que trabajan en el campo van a tener que pagar por comerse suspropias cosechas! Si sigues así, caerás en crisis económica; deberías gestionarmejor tus cuentas, o acabarás peor que Grecia.
-Ahá.
-Tsk… cuando yo no sea tuyo… nosé dónde estarás, idiota…
Y entonces, España, después demostrarse sorprendido, se puso serio. En su mirada ya no había ni rastro de sustípicas bromas, y esto asustó a Romano, quien dejó de hablar al instante y sacólas llaves sintiendo como le temblaban las manos.
-Bueno, pues yo… entro a casa. Yaarreglaras las cosas con esos idiotas tú solito, bastardo.
Intentó esquivarlo para abrir lapuerta y, justo cuando creía que lo había conseguido, España le sujetófuertemente de la muñeca y lo empujó contra la pared antes de plantarle unbeso. Romano se quedó helado, no sabía bien cómo actuar, ¿de verdad Antonio leestaba besando? ¿A él? Y ahora, ¿qué hacía? ¿Le seguía el juego o le apartaba?De momento, optó por intentar resistirse, pero no le sirvió de mucho, ya queAntonio le sujetó con fuerza y aprovechó el momento de confusión para dar unpaso más e introducir su lengua en la boca del italiano. La recorrió porcompleto, lamiéndole en todas partes, deleitándose con su sabor a especias ytomate, acariciando su propia lengua…
-Se mío ahora… de verdad.
Romano ahogó un gemido alnotarlo, había dejado de resistirse, era completamente inútil –además, elalcohol había menguado sus fuerzas- así que, dejándose llevar, lo abrazó por elcuello profundizando más el beso. Antonio, -más o menos- consciente de la situación,entró a la casa arrastrando consigo a Lovino, y lo condujo hacia las escaleras,mientras le desabotonaba la camisa. En ese corto tiempo, el italiano pareciódarse cuenta de lo que hacían, porque intentó apartar sus ávidos dedos de unmanotazo y salir corriendo, pero Antonio no se lo permitió, lo volvió a atraerhacia sí y le besó de nuevo, mordiendo sus labios, acariciando su espalda. Nopor nada era el país de la pasión, y Lovino lo estaba sintiendo en sus carnes,ya que sus fuerzas habían vuelto a flaquear y gemía tan solo por el contacto.No se resistió cuando España lo alzó en el aire para sujetarlo en brazos, sinoque con sus piernas, rodeo la cintura de Antonio, quien aprovechó para subirlas escaleras y entrar a su dormitorio.
-No sabes el tiempo que he estadoesperando esto… -gruñó España contra sus labios, haciendo que el italianosintiera su respiración en su propia piel.
-Cállate, España, joder…
Antonio sonrió con malicia antesde empujarlo contra el escritorio y caminar deprisa hacia él para que nopudiera pensar ni siquiera sobre huir. Lovino intentó apartarlo, con sus manossobre el pecho del español, pero aquel bastardo era mucho más fuerte. Espera,¿intentaba hacérselo en el escritorio?
-Vamos, Lovino… si no pones másde tu parte en apartarme vas a acabar sobre esta mesa, totalmente desnudo, bajomi cuerpo… –España se relamió intencionadamente para que el italiano lo viera.Lovino se estremeció, apretando los dientes, sabiendo que aquel estúpido loestaba provocando a propósito.
-¡Quítate de encima, stolto!
-¿Con lo que me ha costadotenerte así? Ni lo sueñes, Lovi…
-¡Bastardo! ¡No me llames así!
El español se acercó a su cuelloy lo recorrió con la lengua lentamente, desde los hombros hasta su oído, dondese detuvo a mordisquear el lóbulo de su oreja mientras, con una de sus manos,le desabrochaba el cinturón del pantalón. Y fue entonces cuando Lovino recuperóun poco de su consciencia, y sintió miedo. Le sujetó la mano, evitando queAntonio le quitara los pantalones.
-Detente –le ordenó de pronto,totalmente serio, aunque todavía con la respiración agitada.
España pareció un poco perdidoante la petición de SU italiano.
-¿Qué… qué pasa?
-Que esto… no es lo que yoquiero.
-¿Cómo?
-Oh, venga. ¡Fuiste tú quiendecidió besarme y empezar a desnudarme como si fuera lo que yo siempre habíadeseado! ¡Pues lamento informarte de que no es así, estúpido!
-Tus regiones bajas no opinan lomismo, Italia –exclamó apretando su entrepierna.
Lovino se quedó sin respiracióndurante un instante, pero no podía flaquear ahora… tenía que parar ya a España,o no sería capaz de hacerlo más adelante.
-¡Es una reacción natural…! ¡Dejade apretar!
-Mírame a los ojos y dime que noes esto lo que quieres.
Italia lo miró, con odio, pero elmayor buscaba otra cosa en su mirada.
-¿Quién querría esto contigo?–dijo con el tono más venenoso que podía-. No eres capaz ni de defendertecontra Inglaterra, jamás lo has sido. ¿O debería recordarte tu época de pirataerrante?
-¿A qué viene esto ahora, Lovino?–preguntó Antonio soltándole, con un deje de tristeza en la voz.
-Pues a que no necesito a unapersona –nación- estúpida a mi lado que lo único que sabe hacer es ir defiesta, follar y plantar tomates. Eso estaba bien cuando yo era pequeño pero… bueno, no lo de... tener sexo. ¡Argh! ¡Déjalo! Lo que quiero decir es que he crecido, España. Y te he dicho mil veces que deberías empezar a hacerlo tútambién.
Ya estaba. Le había dado dondemás dolía, estaba seguro, había negado que le quería. Porque no lo hacía,¿verdad? Al fin y al cabo, tan solo había sido su niñera durante todo esetiempo.
-Tienes razón… -murmuró elespañol forzando una sonrisa-. He sido un necio, ¿verdad? –tragó saliva-. Hascambiado mucho desde que te acogí hasta entonces, y siempre me has parecidoadorable… pero hay algo en ti que no ha cambiado nunca.
-¿El qué? –preguntó Lovino, empezandoa arrepentirse de sus palabras al ver a España tan afectado. Pero él solosonrió con melancolía y negó con la cabeza, restándole importancia al asunto.
-Tienes total libertad de irdonde de apetezca ahora, Lovino, ya no estás bajo mi… protección. Puedes irtede mi casa cuando quieras y, además, tampoco te cerraré nunca la entrada. Sinembargo, por hoy, me gustaría que te fueras. Lo siento, sé que es tarde, peropuedes ir a visitar a Francis, su casa está mucho más cerca que la tuya.
Lovino resopló, ¿ahora le daba lavena depresiva? Aquel estúpido era demasiado difícil de comprender. Y encima leaconsejaba que pasara la noche con el francés pervertido.
-Eres un grano en el culo, España–dijo como despedida, antes de largarse del dormitorio dando un portazo.

3 comentarios:

Ana dijo...

Qué cutre, en serio, qué cutre.
Pero bueno. Lovino no se va a dejar desde el principio, eso está claro. También informo de que los lemon nunca han sido lo mío xD pero habrá más adelante. Prometo que no serán tan aberrantes como esto xDDD

.:Kalrathia:. dijo...

Debería estar estudiando Geografía ahora mismo, ero no he podido resistirme....

*se seca las babas* Ahora quién dice eso de "no nos dejes a medias"? ¬¬ Me da igual que Lovino sea el italiano más tsundere del mundo.... No vale hacer esto!!!! Me has dejado con las ganas, y al pobre Antonio solito. Ven p'acá, Toño, que yo te doy el cariño que este no sabe darte *0*
*le lanza un mal de ojo a Romano*
me encanta cómo has mantenido las personalidades de los personajes *¬* y ha sido tan tan sugerente... Continúalo, ya ¬¬
Y no es cutre para nada OwO

PD.-Lo de "no eres capaz ni de defenderte de Inglaterra" me ha matado xDDD

Ana dijo...

...
Really? xD

Uy, pero si Lovino siempre hace lo mismo xDD noo, no te preocupes, que habrá algún momento en el que sea bueno con Antonio... haberlo lo habrá.
O, al menos, lo intentará xDD
Pero, en serio, sentiréis pena por él... más adelante~

En cuanto a lo de Inglaterra, ¡no he podido evitarlo! y no será lo único que haya xD