Prólogo
Siempre creí que era una persona fuerte, alguien del tipo que puede aguantar todo lo que le echen sin temor. Y se podría decir que aguanté muchas cosas, tanto durante el tiempo que pasé en mi hogar como el tiempo que pasé contigo.
Pero ahora tengo miedo.
Por alguna extraña razón, nos encontramos en una situación en la que no podemos ver el futuro, ni el tuyo ni el mío. Y eso me aterra, porque no se lo que va a pasar con nosotros. Y daría cualquier cosa por atisbarlo, aunque fuesen tan sólo unos segundos.
Pero por desgracia, lo único que puedo ver ahora es tu rostro frente al mío.
Y mis manos cubiertas de tu sangre.